lunes, 25 de marzo de 2019

Leyenda del curupi

      

En la mitología guaraní, kurupí, kuru-pire o kurupira es un enano de cuerpo vigoroso, representante del mito fálico y por tanto de la sexualidad, siendo uno de los monstruos legendarios más representativos de la cultura guaraní. 

La leyenda



El kurupi es el genio de la fecundidad, protector del bosque, de
los árboles frutales, de las cosechas abundantes y de la lluvia
bienhechora.
A su paso por los llanos y los bosques, hasta las simientes escondidas se despiertan y hacen saltar sus brotes a la luz del Sol. Las rocas se cubren de lindo verde y las flores se abren llenas de polen. Así también, cuando pasa en cuatro patas por alguna capuera o se acuesta a descansar en ella, los cultivos crecerán con suma

abundancia en el lugar. Si toca el vientre de alguna vaca preñada, hará nacer terneros mellizos que enseguida correrán con fuerza inatajable por los bosques y los campos.



Kurupi es parecido a un indio fuerte; es bajo, feo, de ojos negros, de piel áspera y bronceada, muy peludo, de cabellos largos y lisos y poseedor de un enorme miembro viril, que lleva enroscado a la cintura. Tiene los pies al revés para despistar a los que tratan de seguirlo. Anda de siesta o al atardecer. Le gustan todas las mujeres, niñas y grandes, y las persigue cuando andan solas fuera de la casa, por la capuera, por el campo o el bosque. Las atrapa con el miembro viril, que usa como lazo, las posee y las deja enloquecidas o muertas. La única manera que tienen sus víctimas de salvarse de él es cortándole el inmenso miembro o subiéndosele a un árbol frutal.















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