Anticipamos Los tres cosmonautas
De qué se puede tratar?
Lluvia de ideas
Había una vez una
Tierra. Y al mismo tiempo, un planeta llamado Marte. Estaban muy
lejos el uno del otro, en medio del cielo, y a su alrededor había millones de
planetas y galaxias.
La gente de la Tierra quería ir a Marte y a los otros planetas: ¡pero estaban
tan lejos!
Sin embargo, no
cesaron en su empeño. Primero lanzaron satélites que dieron la vuelta a la
Tierra durante dos años y luego volvieron. Luego lanzaron cohetes que dieron la
vuelta a la Tierra unas cuantas veces, pero en lugar de regresar, terminaron
escapando de la atracción de la gravedad y se dirigieron al espacio. Después de
varios años merodeando por el espacio, volvían a la Tierra… Pero había un
problema.
Al mando de estos
cohetes iban perros
Pero los perros no
podían hablar, y en la radio de la estación espacial solo se podía oír «guau
guau» así que nadie entendía lo que habían visto y lo lejos que habían
llegado.
Por fin encontraron hombres valientes que querían ser cosmonautas. Los
cosmonautas tenían este nombre porque iban a explorar el cosmos, que es el
espacio infinito con los planetas, las galaxias y todo lo que les rodea.
Los cosmonautas se
fueron y no sabían si volverían o no. Querían conquistar las estrellas para que
un día todos pudieran viajar de un planeta a otro, porque la Tierra se había
vuelto demasiado estrecha y la población mundial crecían cada día.
En una hermosa
mañana, tres cohetes de tres puntos diferentes dejaron la Tierra.
El primero fue un
americano, que silbó alegremente una pegadiza canción country mientras
se alejaba.
En el segundo había un ruso que cantaba con voz grave una comparsa tradicional.
En el tercero, un chino, que cantó una hermosa canción ancestral.
Cada uno quería ser
el primero en llegar a Marte, para demostrar que era el más valiente.
Como los tres eran
valientes, llegaron a Marte casi al mismo tiempo. Bajaron de sus naves con
casco y traje espacial… Y descubrieron un paisaje maravilloso y perturbador: el
terreno estaba surcado por largos canales llenos de agua verde esmeralda. Había
extraños árboles azules con pájaros nunca antes vistos, con plumas de colores
muy extraños. Allí en el horizonte había montañas rojas que emitían extraños
destellos.
Los cosmonautas
miraban el paisaje, se miraban unos a otros, y se mantenían separados, cada uno
desconfiando de los demás. Entonces llegó la noche.
Había un extraño silencio alrededor, y la tierra brillaba en el cielo como si
fuera una estrella lejana. Los cosmonautas se sintieron tristes y perdidos en
la oscuridad.
Pero inmediatamente entendieron que estaban sintiendo lo mismo. Sonreían por
primera vez desde que habían pisado el extraño planeta.
Al rato encendían
juntos un hermoso fuego y cada uno cantaba canciones de su país.
Finalmente, llegó la
mañana
Y hacía mucho frío…
De repente, un
marciano salió de entre un grupo de árboles. ¡Su aspecto era terrible! Era de
un color verde viscoso, hacía daño a los ojos de lo que brillaba, tenía dos
antenas en el lugar de las orejas, un tronco y seis brazos. Los miró y dijo:
¡Grrr!
En su lengua quería
decir:
«Hola seres extraños
¿os habéis perdido?»
Pero los terrícolas
no le entendieron y pensaron que era un rugido de guerra. Era tan diferente de
ellos que no podían entenderlo. Los tres sintieron inmediatamente miedo por si
les atacaba…
Ante ese monstruo, sus
pequeñas diferencias desaparecieron. ¿Qué importaba si hablaban otro idioma?
Comprendieron que eran los tres seres humanos. El otro no. Era demasiado
diferente, y los terrícolas pensaban que aquello que no entienden era malo.
Por eso decidieron reducirlo a polvo atómico con sus rayos espaciales…
Cuando los tres
cosmonautas se habían armado de valor y estaban apuntando al monstruoso alien…
Algo extraño sucedió.
De entra las sombras,
apareció un hermoso pájaro de muchos y brillantes colores, volaba con dificultad
porque parecía tener algo viscoso enredado entre sus alas. Se movía haciendo
gestos de dolor y su cara reflejaba el agotamiento de tratar de luchar contra
aquella situación. Cuando revoloteaba sobre las cabezas de los cosmonautas, el
pájaro cayó agotado contra el suelo, haciendo un estrepitoso ruido. Justo quedo
entre medias del marciano y los cosmonautas.
Rápidamente, el
alienígena se movió con pasos torpes hacia el animal, los tres cosmonautas,
asustados, agarraron fuerte sus rayos láser, pensando que el alien iba a
devorar aquel pobre pajarillo.
Para cuando se dieron
cuenta, el alienígena estaba emitiendo unos extraños ruidos gruturales, que con
tan solo observar detenidamente, los tres cosmonautas entendieron que se
trataba de un llanto.
Y los terrícolas de
repente se dieron cuenta de que el marciano lloraba a su manera, igual que
los humanos.
Luego lo vieron
inclinarse hacia el pájaro y sostenerlo en sus seis brazos, tratando de
calentarlo.
Y así los cosmonautas
entendieron una valiosa lección:
«Pensamos que este
monstruo era diferente de nosotros, y después de todo también ama, sufre o ríe»
Por eso se acercaron
al marciano y le extendieron las manos. Y él, que tenía seis, les dio la mano a
los tres a la vez, mientras que con sus manos libres hizo gestos de saludo
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Trabajo en operaciones combinadas
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